3 - EL CAMARERO





                                         .        Hola guapa ¿qué te pongo? – Me pregunta él con una seductora sonrisa.


Me pongo nerviosa, siempre me pasa, no consigo acostumbrarme a esta especie de tonteo. ¿el tío este es tonto o qué le pasa? Me obligo a no apartar la mirada, y de la forma  más fría e impersonal que consigo adoptar, hago mi pedido.


Mientras espero, él me hace algún comentario que contesto de forma desinteresada, dándole a entender que solo lo hago por educación ¿Es que no puede limitarse a hacer su trabajo y dejarme en paz?

Cuando regreso a la mesa con los cafés, Rosa me está mirando con curiosidad.

  •           ¿Qué? – Le suelto al sentarme, adoptando una actitud defensiva.
  •           Nada chica, es que no me habías dicho que el camarero estaba tan bueno. Porque yo ya estoy pillada, que sino …
  •           Si, el típico guaperas creído.¡ Es que me pone de los nervios! No sé si es que se quiere reír de mí, o que no puede evitar coquetear con todas.
  •           O que es un tío majo y le caes bien.
  •           ¡Y una mierda!, me he planteado hasta dejar de venir aquí, afortunadamente coincidimos pocas veces.
  •           ¿Te das cuenta de que siempre te pones en lo peor?, ni siquiera te has planteado la posibilidad de que le gustes, que es lo más probable.
  •           ¿Pero tú me has mirado bien?
  •           Si, eres tú la que se saca fallos en donde no hay. ¡Por Dios! Si siempre has tenido que quitarte los tíos de encima.

En el momento en el que me dispongo a rebatirle, mi mano choca contra la taza de mi hasta ahora intacto café con leche. Me abalanzo sobre él en un infructuoso intento de impedir el desastre, para cuando consigo agarrar la taza, prácticamente la totalidad de su contenido se ha derramado por la mesa y  guiado por un impulso imparable, se cierne sobre mi amiga.

Rosa pega un salto, apartándose a tiempo de evitar el desastre. Yo consigo acorralar lo que queda de líquido encima de la mesa, sirviéndome del menú de la cafetería, mientras mi amiga va secando con servilletas de papel su silla.

La mesa está hecha un desastre, al tiempo que con una mano sujeto el menú, redirigiendo el líquido, con la otra voy sacando servilletas del servilletero.

Estoy tan concentrada en evitar que se derrame el café al suelo, que al intentar coger otra servilleta, golpeo sin querer el vaso de agua. Horrorizada lo veo tambalearse, y antes de poder alcanzarlo, una providencial mano lo estabiliza a tiempo.

Suspiro aliviada.

Al levantar la vista para agradecer la oportuna intervención, me encuentro con el camarero de marras. Las palabras se me quedan atascadas en la boca. Me quedo mirándole con cara de idiota, mientras él procede a arreglar el desastre.

Noto mi cara ardiendo, mientras boqueo como un pez sin saber que decir. Afortunadamente, Rosa ya se ha hecho cargo de la situación y departe amablemente con el camarero.

  •           Ahora mismo te traigo otro café.

¿Es que no puede dejar de ser tan amable?, si fuera desagradable, me sentiría mucho más cómoda. QUE VERGÜENZA.


De: Rosa
Para: Sandra

  1.      . No sé si te he dicho ya, que LE GUSTAS A ESE CAMARERO (sé que soy una pesada, pero es para ver si se te mete de una vez en la cabeza)
  2.       .Deja de dar vueltas a las cosas que quieres cambiar y CÁMBIALAS YA.
  3.      . Te he preparado una lista de tareas sencillas para que puedas empezar.




Ahora ya no tienes excusa.


Un besazo
Rosa




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